jueves, 14 de mayo de 2009

Déjame imaginar...

Déjame imaginar una noche más
antes de dejar caer mis sueños
de mis torpes manos
y de que comprobemos que
ni tus dudas
ni mis miedos
caben en el ascensor;
que no pueden girarse donde
la escalera descansa
y nos permite un beso
oculto.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Javier Ortiz


El pasado martes 28 de abril falleció en Madrid Javier Ortiz, columnista.
Desde entonces tenía guardadas en el borrador estas líneas, que he ido modificando, rehaciendo y volviendo a dejar como estaban, sin tener muy claro si al final verían o no la luz. No en vano, irónico y previsor, Javier dejó escrito su propio obituario.
Lo conocía, sí, pero poco. Fundamentalmente de leerlo, pero también de compartir algún espacio de debate, de coincidir en alguna movida,... e incluso de acompañarle en la presentación, en Murcia, de uno de sus libros.
Y eso,... me lo reencuentro ahora entre los recortes de sus artículos en El Mundo y en Público (pero no solo) o en tres de los lomos que pueblan mis lejas ("El felipismo de la A a la Z", "Diario de un resentido social" y "Repensar la prensa", este con Enrique Gil Calvo y Manuel Revuelta).
En el repaso desordenado por recortes y revistas me viene a la cabeza la idea de que compartíamos, con otras personas, cierta dificultad para soportar lo que se piensa... Y automáticamente un engranaje de la memoria se activa: ¿De dónde he sacado yo esa idea? Una cita, seguro. Viaje a mi rudimentario banco de citas -esa tesis sin terminar- y wualá: Suplemento del diario Liberación dedicado a otro vago y maleante, Michel Foucault.
Tiene a veces uno la impresión de deambular por tierra de nadie, en una especie de extraterritorialidad que no es sólo física, sino también temporal, además de estética, política, ética,... Y en esa tierra de nadie ejerce de trapero que recoge, al alba del día previo a revoluciones que nunca llegan, jirones de ideas y escritos, hojas de periódicos y viejas revistas,... Y ahí está también Javier Ortiz, en esas muestras de aquel periódico o en los ejemplares (heredados, encontrados en librerías de viejo,...) de publicaciones como Saida.
Busco en los catálogos en las bibliotecas universitarias esa y otras revistas. Nada o casi nada. ¿Es posible la memoria sin registro? Sin duda, pero exige de nuestra parte esfuerzo... y de una afectividad que bebe de la misma fuente de la que emanan los cariños hacia personas que, notamos, nos van dejando...
Ese algo de empeño tiene, entre otras direcciones y caminos a seguir, el de pasar de vez en cuando por www.javierortiz.net ... Y para los sentimientos, nada mejor que seguir... Eso... pensar, escribir, resisitir,...